Ciudad & Turismo
Experta inglesa: "Tras el confinamiento la arquitectura, dominada por hombres, tendrá una visión diferente sobre cómo diseñar los hogares"
La británica-ghanesa Elsie Owusu asegura que “los edificios son solo sobres, su forma no dicta su contenido”, por lo que no sería difícil reconvertir las oficinas del centro de las ciudades en espacios residenciales.
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A los nueve años, Elsie Owusu llegó a Inglaterra junto a su familia desde Ghana. Cuenta que decidió ser arquitecta porque la arquitectura, al igual que el arte, son parte de la vida cotidiana en su país natal.
“Es parte de la cultura, la gente construye sus propios hogares”, explica en conversación con DF desde Londres. En la capital británica, ha trabajado en la remodelación del Palacio de la Corte Suprema y de la estación de metro Green Park.
Pero uno de sus proyectos más ambiciosos es abrir el mundo de la arquitectura hacia las mujeres y la diversidad cultural. Por eso, es miembro fundadora y la primera presidenta de la Sociedad de Arquitectos Negros. Para ella, la diversidad permitiría un mejor diseño de los espacios.
“He estado argumentando durante los últimos 30 años que si alguien está usando un espacio, debería participar en su diseño. Y cuanto más lo use, más control debería tener. Me parece que es de sentido común, pero sabemos cuánta resistencia hay en el mundo de la arquitectura”.
- ¿Cómo cambiará la pandemia la forma en que se construyen las viviendas? Porque ya no son solo espacios para vivir, comer, descansar, sino también para trabajar.
- La pandemia no se irá pronto. En Inglaterra ya estamos en nuestra segunda cuarentena. Así es que está claro para mí que la forma en que vivimos y trabajamos debe cambiar, nos guste o no.
El hogar es claramente el lugar más seguro para las personas y yo diría que el espacio más creativo. Quedarse en la casa es una de las mejores cosas de la pandemia. Quiero decir, hay cosas terribles, mucha gente ha perdido la vida. Pero una de las cosas que nos está mostrando es que tenemos un patrón de vida muy derrochador, al menos en las economías prósperas, donde gastamos demasiado tiempo y energía viajando de un lugar a otro para trabajar, lo que podría hacerse fácilmente desde la casa.
He aprendido mucho sobre la cantidad de tiempo creativo que los arquitectos pierden solo en traslado -en autos, trenes, bicicleta-, pero ahora ese tiempo se puede usar en trabajar y para estar con las familias. Para mí esta es la principal lección de la pandemia. Esto redundará en que el diseño de las viviendas cambie para permitir que las personas vivan y trabajen cómodamente en espacios que sean lo suficientemente grandes y cómodos para adaptarse al cambio de estilo de vida.
- En una columna reciente en Financial Times, usted acusa que el mundo de los arquitectos en el Reino Unido es un círculo muy cerrado ¿A qué se refiere?
- Me refiero a la acumulación de riqueza en un determinado grupo demográfico. Eso tiene que ver con todo tipo de razones geográficas, políticas e históricas. Mi argumento principal es que la cultura de la arquitectura está dominada por una demografía y cultura determinadas. Y durante mucho tiempo, las mujeres que trabajaban desde su casa porque cuidaban a sus padres o a sus hijos, eran consideradas como practicantes de una arquitectura de segunda clase. Al mismo tiempo, las mujeres que tomaban permisos de maternidad veían que sus carreras ya no progresaban de la misma forma porque eso no se consideraba arquitectura real.
La arquitectura real era estar en una habitación con muchas otras personas mirando tableros de dibujo en los viejos tiempos, y hoy en día mirando pantallas. La arquitectura se realiza en una configuración de fábrica. Si no estás en ese entorno, no se te considera un arquitecto propiamente tal.
- ¿Y eso ha tenido impacto en la forma en que las casas y las oficinas han sido construidas?
- Ciertamente tiene un impacto en la forma en que se construyen las viviendas. Si miras las estadísticas, la mayoría del trabajo realizado desde la casa hasta hace poco se concentraba en las mujeres. Eso incluye el cuidado de los niños y el cuidado de familiares, cocinar, limpiar, todo el trabajo doméstico ha sido la esfera de las mujeres, mientras que el diseño de las viviendas lo han realizado hombres que usan las casas para descansar y para la recreación, pero no como lugar de trabajo.
La mayor transformación es que ahora que los hombres han cambiado el uso del espacio, podrán reflejar la forma en que las mujeres por largo tiempo han tenido que aprender a usar el hogar como espacio de trabajo, pero también como recreación. No estoy diciendo que eso signifique que más mujeres diseñarán viviendas -lo que sería lo más sensato y democrático-, sino que al menos la industria, dominada por hombres, tendrá una visión diferente sobre cómo diseñar hogares.
- Antes, el mantra en el sector inmobiliario era: ubicación, ubicación, ubicación. ¿Eso ha cambiado? Porque ahora importa tener espacio para trabajar y al mismo tiempo que los niños no se sientan atrapados.
- Lo interesante de la pandemia es que es una crisis híbrida: es una crisis inmobiliaria, pero más que nada, es una crisis de salud pública. Antes, cuando argumentábamos que era de justicia social, correcto y justo, que los seres humanos tuvieran suficiente espacio para vivir cómodamente y áreas en las que pudieran recrearse y criar a sus hijos con comodidad, teníamos poca recepción.
Pero cuando se agrega el hecho de que si las personas no tienen esos servicios básicos es probable que se produzcan muchas muertes, entonces las personas que están en una posición de poder y quienes dirigen la economía parecen más dispuestos a entender ese mensaje. Te daré un ejemplo.
En Londres hay muchos indigentes. Y durante mucho tiempo, nos dijeron que la falta de vivienda era inevitable, que era parte de la economía y que no se podía hacer nada al respecto. Bueno, cuando se aplicó la cuarentena, sacaron de las calles a todas las personas sin hogar de Londres y les dieron un lugar donde vivir.
Y eso sucedió en cuestión de días. No podía haber indigentes porque era un riesgo para la salud. Entonces, cuando la cuarentena se levantó, los indigentes volvieron a las calles. Y ahora que volvimos a tener zonas en cuarentena, han vuelto a salir de las calles. Eso me dice que es una decisión política, no es una situación histórica inevitable. Lo que estamos aprendiendo es que hay una serie de cosas que considerábamos normas culturales, que en realidad resultaron ser decisiones políticas.
Trabajo a distancia
- Usted mencionó el tiempo que se pierde en el transporte. ¿Cree que las videoconferencias y el teletrabajo llegaron para quedarse?
- Sí. No creo que alguna vez volvamos a viajar grandes distancias. No se trata solo de los trenes y los autos en las ciudades, sino que uno de los símbolos culturales de estatus es que podías subirte a un avión y volar a China para tener una reunión de 1 hora y media, algo completamente ridículo. Podías volar a Nueva York para desayunar, volar a París para almorzar.
- Y eso también producía impacto medioambiental…
- Claro. La pandemia ha mostrado que la gente en realidad no necesita volar para que las economías del mundo funcionen, de modo que la gente tendrá que utilizar su creatividad para idear otra forma de hacer que el mundo funcione.
Cuando miro a mi alrededor, pienso, bueno, desde mi casa en Londres estoy trabajando con gente en China, en Ghana, en Nigeria, estoy hablando contigo en Chile. Estamos mucho más conectados ahora de lo que estábamos en 2019 cuando el Covid-19 empezó.
Hay que ser mucho más creativos porque cuando estoy trabajando con personas en Nigeria, no siento la necesidad de subir a un avión y explicarles qué hacer. Les puedo pedir que vean una película en YouTube y luego hacer una reunión por Zoom.
Tenemos que confiar en las personas. Antes creíamos que si no estábamos físicamente presentes las cosas no se hacían, y eso es ridículo porque la gente es muy capaz en todo el mundo de hacer todo tipo de cosas mágicas, sólo hay que darles la oportunidad.
- ¿Qué haremos con las oficinas entonces, si no volveremos a ocuparlas en masa como antes?
- La gente puede vivir en ellas. Vivo en el centro de Londres y hay oficinas que puedo ver que están vacías. Las oficinas se usan sólo el 40% del tiempo, porque la gente llega a las 9.00 am y se va a casa a las 5.00 pm. Las familias están mudándose de los centros de las ciudades, pero hay muchos jóvenes a los que les gusta vivir en el centro. Son propiedades caras, que están vacías la mayor parte del tiempo.
Creo que hay una oportunidad para que las ciudades sean lugares realmente animados. Históricamente, hay lugares que solían ser iglesias y que ahora son edificios. Otros que eran cines, ahora son escuelas o bibliotecas. Los edificios son sólo sobres, su forma no dicta su contenido.
- Como los lofts que se han construido en antiguas fábricas…
- Sí. La gente solía almacenar alimentos en las bodegas, hoy se almacena gente, y gente con mucho dinero (ríe).
-Qué pasa con el turismo y los hoteles? ¿Cómo se verá afectado ese sector?
- Es un modelo de negocio muy extraño, donde las personas, en su mayoría adineradas, tienen el privilegio de moverse y colonizar a otras personas. Pensemos en Airbnb y el daño que estaba comenzando a hacer en los centros de las ciudades porque las personas que tenían departamentos en áreas inmobiliarias de alto valor simplemente se estaban mudando.
En Londres, edificios enteros de departamentos se estaban convirtiendo en hoteles. Y las personas que viven allí se encontraron rodeadas de una población transitoria de personas con aspiraciones culturales diferentes y eso estaba empezando a dañar la cohesión social del centro de muchas ciudades, los sectores más caros.
Así es que llegó un punto en el que el turismo se había convertido en una dinámica tan recalentada que comenzaba a causar verdaderos problemas sociales. Eso terminó cuando se detuvieron los viajes.
Habrá turismo, pero de personas que realmente quieran ir a ver lugares, porque a la gente le gusta viajar. Pero los viajes serán una experiencia especial, algo que se hace porque te gusta, no porque tienes que hacerlo.